HABLEMOS DE FOLKORE

Por Juanita Macher

Docente de la carrera de Ed. Física

Universidad San Sebastián.

Cuando hablamos de Folklore Chileno estamos hablando de una gran diversidad y riqueza de manifestaciones artísticas (musicales, lúdicas, dancísticas, pictóricas, culinarias, textiles, etc.), gracias a la influencia de diversas culturas que han convivido en nuestro largo y hermoso país.

Especialmente a través del juego, la danza y la música el Folklore Chileno en la educación infantil se ha valorado positivamente en los planes y programas de estudio en los diferentes niveles de nuestra educación.

Según Díaz (2002) el folklore en la educación infantil va a desarrollar en los niños las siguientes habilidades:

–          Reconocimiento del cuerpo y su delimitación en el espacio.

–          Reconocimiento del otro y el respeto a sus límites.

–          Reconocimiento del entorno y de los recursos los cuales podemos aprovechar.

Dicho lo anterior,  como docentes debemos trasmitir nuestro folklore, ya que una de las funciones de la escuela es la trasmisión de la herencia social. La educación debe partir de las vivencias autóctonas y las raíces donde ésta se asienta, abarcando distintas actividades folklóricas integrándolas en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Enriqueciéndose el docente, los estudiantes y la comunidad.

La escuela debe ser el primer promotor de la importancia y valoración del folklore. En la educación infantil esto va a ser fácil ya que la música y el juego (elementos que están integrados en el folklore de un pueblo) forman parte del proceso madurativo de los niños y niñas.

Según Arévalo (2009) la escuela funciona como un trasmisor del folklore y los docentes son el medio utilizado para darlo a conocer. Para que esto ocurra el docente debe despertar el interés de los estudiantes.

Señala además que los cambios generacionales, el desarrollo de los medios de comunicación, la presencia de la música de éstos, la emigración o la inmigración a las ciudades convierte a nuestro alumnado en una generación que desvaloriza las tradiciones de su entorno. Esto trae como consecuencia un desconocimiento y una despreocupación por el folklore.

En nuestro país, a través del marco curricular que orienta nuestra labor pedagógica, el folklore y las danzas folklóricas promueven la integración grupal, el aprendizaje a través de la música, los juegos tradicionales, las danzas e instrumentos típicos. Con el objetivo de estrechar lazos entre la escuela y la comunidad a la que pertenece el estudiante y por sobre todo rescatar la sabiduría popular.

Finalmente, es necesario que los ciudadanos difundan mensajes que no lleven a equívocos como por ejemplo referirse a nuestros trajes típicos como disfraces, palabra que desafortunadamente hoy escuchamos a diario.

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