NOTA DE ALONSO MARIO VERA.
Un día como hoy 9 de febrero , pero en 1968 ,llega a Queilen un joven alto y rubio que viene de una lejana tierra europea . Se trata de José Mailot , un sacerdote de nacionalidad belga que escuchando el llamado de misionar en américa , decide dejar todo y dedicar su vida al sacrificio por la causa del evangelio.
Mairlot, fue uno de los muchos voluntarios que aceptaron dejar su tierra , sus familias y sus comunidades para sumergirse en un ambiente totalmente distinto al que estaban habituados.
Con más 30 años en Queilen , conoció no solo esta comuna, sino que también todo Chiloé , y parte de Palena y Gaitecas .
Fue un experimentado navegante que luchó contra los temporales y un caminante incansable que llegaba de un punto a otro , tanto de noche como de día.
Nunca tuvo descanso y cada vez que el sueño lo vencía , cualquier rincón era una buena cama para dormir.
Sufría mucho cuando veía algún enfermo y no ocultaba su llanto cuando la pena de otros llegaba hacia él.
Muchas veces en comunidades rurales desarrolló misas para despedir a un difunto y al poco rato para un bautizo.
En más de alguna ocasión le tocó compartir la bencina del motor de lancha con alguna persona que tenía urgencias de viajar y en otras ocasiones su pequeña embarcación, servía para trasladar gente enferma al hospital mientras él celebraba misa.
En resumen, José Mairlot que llegó a finales de 60 , dejó una tremenda enseñanza de solidaridad a los de esa época , muchas de ellas se han ido transmitiendo a las siguientes generaciones que hoy lo ven como un ejemplo a seguir.